Seguro que en más de una ocasión te ha pasado. Por mucho que te organices, te apoyes en herramientas y compañeros, siempre surgen imprevistos que terminan complicándote el día y, en muchos casos, desplazando toda la programación de tareas pendientes. No te preocupes, lo primero es relajarse, pensar en la situación y verse visto superado por la presión.
1.- Ten una lista de colaboradores externos: Si tienes contacto con profesionales de diversos ámbitos, podrás conocer cómo trabajan cuando tengas tiempo para, en una situación de estrés, apoyarte en ellos.
2.- Prepara un Plan B: Siempre surgen imprevistos, desde que se vaya la conexión a Internet hasta sufrir pedidos inesperados. Calcula de antemano los riesgos de tu trabajo y los fallos que se pueden producir, y traza soluciones emergencia basándote en tu experiencia y la de tus compañeros.
3.- El colchón económico: Las herramientas se estropean, los pedidos de pierden, las adquisiciones no previstas siempre están ahí. Siempre es necesario tener una reserva económica para estos imprevistos y, si no, siempre podrás buscar formas de financiación o aplazamiento de pagos. Recuerda que el compromiso del cliente siempre justificará el gasto.
4.- Confía en ti mismo: La presión en el trabajo es habitual y siempre hay que tomar decisiones adecuadas y en poco tiempo. Saca autoconfianza y enfoca tu objetivo. Así, sobrellevarás mejor la situación, decidirás con frialdad y reducirás la presión del momento.
5.- Decide con rapidez: Cuando un plan no sale como esperabas, reacciona rápido y adáptate al nuevo contexto. Es normal que cualquier negocio tenga que reinventarse y cambiar su línea por situaciones del mercado o del personal. Comunícale a tu cliente el imprevisto, justifícalo y trata de mimarlo. De esta forma ofrecerás confianza a tu cartera de clientes y verán que te preocupas por ellos.
Y tú, ¿cómo gestionas los imprevistos que te surgen en tu día a día? ¡Síguenos en redes sociales para estar al tanto de nuestros cursos y consejos!